Muchos de los que analizan el fenómeno de las fintech y las billeteras virtuales lo hacen mayormente desde la óptica de la tecnología, un factor no menor, pero ciertamente no el único que explica la revolución que se está dando en el mundo entero en la industria financiera.
El avance de la tecnología es solo una parte de la película que estamos viendo. Desde ya que los tremendos avances, tanto en el campo de la inteligencia artificial en general y del machine learning en particular, como en la analítica de big data, blockchain y otras disciplinas y tecnologías, son un componente importante-
Pero la verdadera revolución tiene que ver con el cruce entre esos avances tecnológicos y los grandes y vertiginosos cambios sociales que estamos viviendo. Muchos de esos cambios encontraron en la pandemia el mejor caldo de cultivo para profundizar su huella y acelerar exponencialmente su ritmo.
Esos cambios sociales se traducen en que la gente ya no acepta cosas que antes eran moneda corriente, o que espera que las cosas sean de una determinada manera y no de otra, generando nuevos comportamientos de consumo o expectativas de nivel de servicio que el mercado y las empresas deben atender para no quedar fuera de los nuevos paradigmas.
El fenómeno de China y los pagos con QR son un buen ejemplo del potencial que tiene un cambio cultural en esa dirección. Allí, dos gigantes como Tencent (WeChat) y Alibaba/Ant Group (Alipay) introdujeron hace unos pocos años estos códigos como parte de su plataforma de servicios y hoy su uso es tan masivo que cerca del 80 por ciento de los usuarios de telefonía móvil utiliza los pagos con QR de manera habitual para sus compras cotidianas.
El hecho de que casi todo el mundo tenga un smartphone y que las transacciones de pago no tengan comisiones para ninguna de las dos partes explica en gran medida el enorme impulso que ha tenido este formato de pagos móviles.
Otro factor que subyace a este fenómeno realmente masivo, tiene que ver con la practicidad para emitir y aceptar pagos. Las aplicaciones son tan simples que basta indicar el importe y con un clic, aplicar la huella o usar el reconocimiento facial del dispositivo, se autoriza el pago, con la particularidad de que tanto los comercios como las personas tienen un código QR que los identifica, lo que permite que sea indistinto si el proceso de pago lo inicia quien cobra o quien paga.
¿Revolución QR en Argentina?
Antes de la cuarentena por la irrupción del coronavirus, hubo en el país un gran impulso en el uso de las billeteras virtuales asociado, especialmente, a una primera gran ola en el desarrollo de los pagos a través de código QR, cuando almacenes, comercios de cercanía, estaciones de servicio y locales de comida rápida lo incorporaron.
Si bien hoy los protocolos de distanciamiento físico están impulsando esta opción sin contacto, también es real que toda esta situación, en un punto, ha frenado su desarrollo por las menores oportunidades de uso debido a la gran caída del consumo generada por el aislamiento y las restricciones de circulación.
Asimismo, en cuanto los dos o tres adquirientes que dominan el mercado, tanto los que proveen servicios de posnet como los basados en QR abran sus plataformas a la interoperabilidad, veremos un nuevo salto exponencial en el uso de los pagos digitales a partir de la plena implementación del QR interoperable, una evolución del sistema que lo hará realmente masivo y que se sustenta en la implementación de la plataforma de «Transferencias 3.0» lanzada por el Banco Central (BCRA).
La interoperabilidad hará que cualquier QR sea de uso abierto y universal, es decir, que independientemente de qué empresa haya realizado el acuerdo con el comercio, cualquier cliente va a poder ir con su aplicación, ya sea de su banco, billetera, tarjeta o plataforma de pagos, leer ese código y pagar.
Eso genera un cambio sustancial en la forma de transaccionar y hará mucho más masivo el uso de pagos digitales desde el móvil, ya que el sistema va a ser «transparente» para el usuario, como ya sucede con el ecosistema de transferencias (a través de CBU/Alias/CVU) que no dependen de una tecnología, un actor, un sistema o una aplicación propietarias.
Se hace más masivo, porque inmediatamente cualquier cliente de cualquier billetera puede pagarle a cualquier comercio que acepte QR, y los comercios saben que aceptarlos les permite recibir pagos de cualquier consumidor con una aplicación financiera. Además, al ser interoperable todo el sistema es más simple que si los usuarios y los comercios tienen que identificar exactamente con qué billetera se paga a cada adquirente.
Se hace más competitivo, tanto en el mercado de billeteras como en el mercado de adquirencia. Todas las billeteras pasan a estar en condiciones de brindar el servicio de pago QR sin necesidad de desarrollar su propia adquirencia; y todos los adquirentes pueden ofrecer el servicio sin necesidad de desarrollar su propia aplicación de pagos. En ambos mercados, la competencia pasa a estar enfocada en los servicios y en los precios, y no en el grado de penetración que tiene cada actor.
Todo indica que una vez finalizado el período de aislamiento por la pandemia, el consumo se reactivará, y con él veremos una profundización de la tendencia de adopción y crecimiento de la frecuencia de uso de las billeteras virtuales y los pagos con QR. Quizá eso dispare el cambio cultural y los niveles de penetración de China no nos queden tan lejos.
*Juan Pablo Bruzzo es CEO y fundador de MONI. También cofundó DineroMail, una plataforma de pagos adsorbida por PayU y fue presidente de la Cámara Argentina de Fintech